Pequeños paraísos

by Walter Lezcano


El dos mil diez se fue al carajo y tuve que cambiar el almanaque y la agenda. Sí, dos pruebas de que el tiempo pasa y no hay nada que se pueda hacer al respecto. Cayó enero de dos mil once y por el barrio todo siguió de la misma manera. La feria siguió pegándole duro los miércoles y sábados, los pibes siguen usando la esquina de living y las nenas, no les doy más de 16 años, siguen trayendo gente al mundo como si hubiese lugar para todos. ¿Cuál es la novedad que trae el Año Nuevo? Mi vieja nunca me habló de la esperanza, pero mi tío Coqui, un correntino que nunca perdía la sonrisa, siempre me decía la esperanza es lo último que se pierde. Yo no sé qué es la esperanza porque nunc a la tuve ni me interesa, pero sí tengo claro que acá donde vivo, in the heart de Solano, el paisaje no se modifica desde hace mucho. Dar vuelta la taba de esa jugada repetida, que se mejore un cachito nomás, es algo que uno espera. Eso es lo más cerca que puedo estar de la esperanza y de las novedades para el veinte once.

Y enero es un mes deseado con todas las fuerzas del alma cuando sos docente. Ya en octubre vas marcando la pared, haciendo rayitas por cada día de la semana, buscando el mañana. Uno trabaja de lo que le gusta pero hasta eso puede convertirse en rutina. Y como hay deseos tan ínfimos que son posibles de cumplir, llega la Navidad y uno se libera de las responsabilidades para ver qué pasa cuando la presión te suelta un toque la soga y te invita a mandarte a esa casa fantasma que se parece mucho a la libertad.

Para mí hablar de vacaciones siempre fue no ir al colegio. Eso era todo. Mirar tele sin preguntar nada, dormir hasta cualquier hora, despertarse cuando ya no dábamos más y salir a ver dónde podíamos armar un partido o mojarnos o robar golosinas del Centro. Pero había otra versión circulando que, tarde o temprano iba pasar, nos llegó y fue sorpresivo, como todo descubrimiento. Había gente que en vacaciones se iba a LA COSTA. De pronto las vacaciones podían ser otra cosa, algo mucho más interesante. Estabas hablando de cómo había salido el partido, sentado, traspirado y sucio, y planeando el del día posterior y escuchabas que el de al lado, Portillo, te decía que no iba a poder jugar por que se iba a Santa Teresita. ¿Y eso? La playa, contestó y yo me figuraba que se iba a un paraíso exclusivo. Es re lindo, ¿no? y uno más grande, Carlitos, dijo nada que ver, Mar del Plata es una masa. Yo no conocía ninguno de los dos lugares así que escuchaba extrañado. ¿Cómo es el mar?, pregunté casi sin pensarlo. Esté re bueno, no sé como explicarte, imaginate la pileta más grande y copada del mundo, algo así, graficó Portillo. ¿Entendés? Más vale, no soy boludo, dije. Pero era un boludo porque no quería mostrar mi falta de imaginación. Igual el agua de Mar del Plata es más limpia, empezó a pelear Carlitos que había estado un día ahí y hablaba como si hubiese vivido de toda la vida. Eso fue cuando vivía en Morón. Después mi vieja se metió con un Psycho Killer y nos mudamos a Calzada...

Hablan los que escribe. Hoy responde: Federico Fahsbender


por Walter Lezcano
1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

¡Difícil! Uno de nursery rhymes en inglés en el jardín de infantes bilingüe al que iba de chico. A los 4 recitaba de memoria “Humpty Dumpty”, por ejemplo. Todavía me fascina ese tipo de narrativas, cosas como “Old Mother Hubbard”, el concepto de métrica y rítmica que tienen es muy intenso. A los 6, mi papá, Mario, me regaló una colección de Espasa Calpe, una mini-enciclopedia de 24 tomos, con unas ilustraciones preciosas, que se llamaba “Ven a Conocer El Mundo Y Todos Sus Países”, y viajaba a lo loco en mi cerebro hiper estimulado por mis papas y mis tías y abuelas. Era un chico muy retraído, muy aislado en su mundo, el resto de la sociedad no parecía muy convincente, y no me aceptaba tampoco. Y lo mejor de todo fue mi abuela, que me regaló unos tomos viejos que se llamaban “Lo Sé Todo”: había biología, botánica, ciencia, exegesis muy raras de la Biblia, unos tomos publicados en los 50s que también fue un libro muy imporante. El olor del papel viejo era falopeante, las ilustraciones eran retorcidas, era como un grimoire auténtico, un libro prohibido a su manera. Y era sumamente cientificista, algo que era hijo del rigor, de la excelencia. De chico leí el Antiguo Testamento y fue muy fuerte, todavía me mata ese nivel de construcción mitológica, de trabajo de arquetipos. Ahora, libro-libro, “The Lord of the Rings”, a los 10, luego “The Silmarillion” y los “Unfinished Tales”. Tuve una infancia rodeada de mitos, que me ayudaban a soportar la dificultad de muchas situaciones. Esa mitología tan completa y poderosa fue como un colchón, de esos que están en las paredes de los loqueros y los psiquiátricos. Al no tener un papa físico, tenía a J.R.R.


2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?

Primero debería ser un disco: “Appetite for Destruction” de Guns N’ Roses. Cuando tenía 9, le pedí a mi mama que me lo compre y me detonó el culo. Me hizo sentir libre, como que yo ya no le pertenecía a la Iglesia, a mi familia, a los maestros del cole o al Estado sino a mí mismo y que la vida no tenía por qué ser gris. Y que compré con mi plata, con mis moneditas, un combo de Lovecraft a los 11, de esos gloriosos que editaba Alianza en los 80s, que tenía “The Shadow Over Innsmouth”, una nouvelle que me enseñó uno de los conceptos que más valoro y uso: el sentido de la monstruosidad. Todos los años trato de releer la mayor cantidad de Lovecraft posible.


3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?

Decenas. Era el Ronald Biggs de las bibliotecas ajenas, me cebaba la idea de robar, me parecía totalmente punk, robar material impreso. De chico vivía manoteando el correo ajeno, por ejemplo, por una canción de los Dead Kennedys, “Stealing People’s Mail.” De chico, ya que estamos retro, la moda entre los lacras y los desclasados punks y metal de Zona Norte era caer en fiestas de gente cheta y birlar todo lo que hubiera aprovechando el descontrol alcóholico de los dueños de casa. El que más agradezco haber robado de la biblioteca de una cheta muy dandy y bien leída que en secreto me gustaba fue “Una Temporada En El Infierno”, de Rimbaud, la traducción de Girondo, porque me hizo ver que la poesía no era una boludez, que no era Gustavo Adolfo Becquer, que podia ser rabiosa, contundente, agitada, y contener algo inherentemente hermoso y vital, un poder que hoy me parece supremo. Y lo escribía un pendejo de 19, no un viejo anglo al filo de morir. Era posible, era ahora, y podia ser yo. Nadie tenía que decírmelo. Eso es el punk en el fondo.


4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?

En sus formas y conceptos, todos los que antes te mencioné. Pero todo lo que me influenció, sea literatura, música, artes plásticas o pensamiento politico, todo fueron ideas fuertes escritas por personas fuertes. No hay lugar para la debilidad. Todos esos autores y experiencias que mencioné me moldearon el minicosmos, me dieron una sensación de fortaleza, de resistencia, de propósito y misión. Si ellos y ellas eran importantes, o son todavía importantes, yo no puedo ser menos. Me dieron un sentido de ubicación de mí mismo en alguna línea de la historia.


5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?

Que haya luz así la laptop me anda, medio atado de Lucky porque fumo y el calefactorcito eléctrico Delonghi que se la viene bancando con altos honores así me entibio los pies. No creo en esa del ritual de la escritura, o como quieras llamarle. A veces leo de escritores que se visten de X manera, o toman determinado té importado, y me cago de risa. Muy irreal.


6-¿Qué fue lo primero que escribiste?

Cosas muy personales, catárticas, que eran vías de escape ante lo que vivía. Eran el desafío a la suerte. Como ahora. La tesitura no cambió en 14 años desde que escribí mi primer poema. Y sobre lo primero que escribí, era, bueno, muy psycho-killer. Era un llamado de atención, quería ver cuán grotesco y escandaloso podia ser, un Barbazul, un Gilles de Rais, me alucinaba la figura de la violencia gratuita y el dominio, asesinos como Albert Fish, por ejemplo. O las letras de Chris Barnes y Alex Webster en Cannibal Corpse, que estaban excelentemente hechas. Si alguien exhuma esos papeles del Cinturón Ecológico, le pido los queme.


7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?

“Grimoire de las Chicas de Emi”, 92 páginas, salió por Nulú Bonsai este febrero. Recién a mis 27 años publico un libro, no por falta de autoestima, siempre tuve mucha seguridad sobre mis textos, pero quería encontrar mi voz, refinarla, depurarla. Había participado de lecturas de poesía hace unos años, pero lo que se leía normalmente eran pelotudeces, un sentido retorcido del kitsch, que en definitiva es el rico riéndose del pobre. Como que si no leías algo sobre Estela, la conchuda de la peluquería, o algo así, no tenías sentido, y si te preocupabas por cosas como la vida, el sexo, la muerte, la trascendencia y esos metatags tan importantes, peor aún. Y si tu educación era anglo, si no eras un latinoamericanista, peor todavía, eras el Diablo. Apareció Nulú Bonsai, los conocí por Facebook, me acerqué, hice una lectura, y la recepción fue grossa. Goyo y Gris, los editores, me propusieron publicar, y en 3 meses entregué el manuscrito. Me honra ser parte del colectivo que es Nulú, está pasando algo, hay voces. Y a “Grimoire” lo veo genial, estoy super orgulloso, puse mi pie en un punto de la línea histórica. Son 5 años de mi vida enrollados y escritos, tirados a la suerte, cosas que me desvelan, que me duelen, que te dolerían si te las explicase, o te alegrarían muchísimo. Me interesa ser testimonio vivo. Ser honesto. Mi periodismo es otra cosa, soy periodista hace 10 años, empecé de cronista en Gente cuando tenía 18, y amo mi profesión, con todos sus sinsabores y cosas así. El día que vi mi primera nota publicada, mi primera firma, no lo podia creer. Mi abuela estaba estallada de felicidad, mi vieja lloraba. Era el Diego con el gol a los ingleses, el Sputnik en órbita, Krishna levantando la montaña con un dedo. Sentís esa validación de tu esfuerzo, que es real, que está en un papel. Y que esa de escribir también contenía cheques que pagaban alquileres, viajes, morfi, etcétera.


8-¿Qué estás escribiendo en este momento?

Mi próximo libro, “La Jungla Vaporosa del Guadatatí”


9-Un libro imperdible

“Finnegan’s Wake” de James Joyce en su idioma original. El tomo de la poesía completa de Allen Ginsberg que editó Penguin hace 2 años. O los Libros Sagrados de Thelema, recibidos por Aleister Crowley, y el Libro de La Ley específicamente.


10-Una definición de escritor

Alguien que dice y debería decir cosas importantes. La palabra no es libre, es un privilegio, y ese privilegio se conquista por la fuerza de las ideas. Me baja el corazón y el pito un par de centímetros ver que la mayor parte de mi generación produce una cultura minima, tibia, boluda y chata que indefectiblemente va a ser tragada por el tiempo. La fuerza de tus ideas es tu única garantía. ¿Por qué debería escuchar una pelotudez? Hay cientos haciendo cola esperando e intentado encontrar su lugar para decir algo que para ellos o ellas es importantísimo, es la definición de sus vidas. Y creo en el escritor como un científico, en el rigor que el método implica. No creo en cosas como “Ay, me inspire”, Hay que ganarse el título, el cargo, no te lo podés arrogar así nomás, y el cargo se gana investigando, estudiando, leyendo para aplicar, depurando y entrenando esa voz propia de la que hablaba. Yo no quiero nabos contando cosas graciosas. Si quiero un chiste, tengo dos temporadas de los Muppets en DVD sin salir de casa. Hay que hablar de temas, hay que dirigirse a esos temas, y hay que oponerse a lo que te quiera tirar abajo. Escribir es dejar tu marca en el tiempo, “Fahsbender estuvo aquí”, o quien sea. Los mejores gladiadores son los que sangran pero no mueren.
Gracias, Federico

La Ruta del sol, la trilogía de El Mató, sigue su marcha!!!!

Por otro lado, Walter Lezcano, junto a su novia Patricia, escuchaban El mató a un policía motorizado mientras cosían, pegaban y prensaban libros en su mini editorial Mancha de Aceite en San Francisco Solano. “Las letras de ellos s on muy sugestivas, se la bancan sola, sin la música. Por eso se merecían un libro que para mí fue un acto de amor y de capricho”, dice este profesor de Lengua y Literatura, autor de La ruta del sol . La obra tiene ilustraciones exclusivas de Santiago, bajista y cantante del grupo. “ El primer disco lo representó con perros, el segundo con camiones y el tercero con autos chocados. Y la tapa dura azul del libro representa el color del disco El Día de los Muertos “, dice Lezcano quien le hizo una nota al grupo y las declaraciones están al final de este libro que sale 30 pesos y se consigue en www.editorialmanchadeaceite.blogspot.com “Lo armamos en tres horas y, si da, te lo entregamos en mano”, finaliza el autor...

Hablan los que escriben. Hoy responde: Jonés Gómez



por Walter Lezcano
1-¿Cuál fue el primer libro que leíste?

Probablemente haya sido alguno de cuentos para chicos, creo que por casa circulaba uno que se llamaba El baúl de la abuela, o algo por el estilo. Eso cuando era muy chico, cuando estaba saliendo de la pubertad recuerdo haber leído cuentos de Poe y de Lovecraft, también algún libro de Robert howard, que fue el creador de Conan, parte de toda una saga de libros del género de fantasías heróica, todos esos libros llegaron a casa por mi viejo, él leía esa clase de material. Creo que Howard estaba un poco inspirado por el universo, o más bien el tono narrativo de Lovecraft.

2-¿Cuál fue el primer libro que compraste?

La primera compra fue fallida, había leído una reseña de este libro que se llama La argentina en pedazos y salí a buscarlo, pagué y a la salida de la librería me di cuenta que en realidad era una recopilación de historietas publicadas en la revista Fierro. Después de eso compré American psycho, de Bret easton ellis, Cuentos crueles, de Abelardo castillo, Nocturno Hindú, de Antonio Tabucchi, y algún otro. Pero si tengo que nombrar uno que haya influido particularmente en la decisión de empezar a escribir tengo que elegir el de Abelardo castillo, Cuentos crueles.

3-¿Cuál fue el primer libro que robaste?

El sicópata, versos para despejar la mente, de Francisco Gandolfo, pero en realidad no lo robé yo, fue más extraño, unas amigas lo robaron para mi. Tengo que devolverlo, es una de esas cosas en las que pienso en estos días.

4-¿Cuál fue el primer libro que influyó en vos de alguna manera?

Alguno de esos cuentos de Poe, Lovecraft, o el de Castillo, Cuentos crueles.

5-¿Qué necesitás para ponerte a escribir?

Sé que hay gente que necesita música o inspiración, yo necesito silencio. A veces arranco con alguna idea, con alguna combinación de palabras en mente, pero básicamente lo que necesito es silencio.

6-¿Qué fue lo primero que escribiste?

De chico unos cuentitos que tenían como protagonista al personaje de Howard, Conan, de adolescente, creo que esas escrituras son las que te inician realmente, tres cuentos muy cortos, microrelatos, había uno de un vampiro, otro de un tipo que iba por la calle tomando ginebra y cuando conseguía olvidar el dolor que estaba sintiendo se desintegraba y algo de una montaña y el cielo luchando por espacio. Creo que esos tres cuentitos fueron el inicio.

7-¿Qué fue lo primero que publicaste? ¿Cómo lo ves ahora?

Equilibrio en las tablas, fue el libro que la gente de Estación Pringles premió el año pasado, la consigna era escribir un Epinicio, una oda al triunfo de un deportista, yo escribí una serie con un personaje imaginario, un skater. Con respecto a como lo veo ahora, para mi está bien, es un libro que escribí específicamente para el concurso, entonces el proceso tuvo esa cuota de adrenalina, de urgencia para terminarlo. Considerando que lo escribí a partir de una consigna, en dos meses, creo que está muy bien, yo estoy conforme.

8-¿Qué estás escribiendo en este momento?

Volví a escribir prosa, así que estoy trabajando en unos cuentos, tengo ganas de armar una serie para el año que viene. Por ahora las historias que están apareciendo tienen un eje en común, la violencia. En el rígido hay un par de libritos de poesía y algún proyecto de novela, veremos que ocurre, no sé a qué le voy a dar prioridad. Y bueno, también está el blog, aprovecho para pasar el link: http://jonasland.blogspot.com/

9-Un libro imperdible

Hay muchos, tiro un par: No es país para viejos, de Cormac McCarthy, El estado y él se amaron, de Daniel Durand, Primer amor, últimos ritos, de Ian McEwan, El salmón, de Fabián Casas, Increíble, de Mariano Blatt, podría ser alguno de cuentos de Carver también, al que le tengo más cariño es a Tres rosas amarillas. Y si hablamos de clásicos se puede nombrar Corazón de tinieblas, de Joseph Conrad.

10-Una definición de escritor
Creo que hay algunas características que pueden definir a un escritor, en primer lugar el trabajo, por más ideas, inspiración, combinación ingeniosa de palabras que haya al alcance, tiene que haber trabajo. No compro esa idea del artista como persona con sensibilidad especial, en todo caso el escritor trabaja con su sensibilidad, pero es un oficio como cualquier otro. También me parece que el escritor termina desarrollando un filtro para contener parte de lo que escucha, parte de las palabras que usa y las ideas e imágenes que le llaman la atención. Todos esos elementos se capitalizan en el texto, se hacen relevantes en el texto, aunque también se puede decir que el texto se hace relevante por esos elementos, no sé bien cual es el circuito real de la creación, hay una retroalimentación entre las intenciones de escritura y lo que pasa en el entorno.
Gracias, Jonás.